EL DOLOR
El dolor puede irrumpir en nuestras vidas sin darnos aviso, transformar lo cotidiano y quedarse latente por más tiempo del que quisiéramos.
En ocasiones, este dolor es el paso necesario para que nazca una nueva vida y en otras, puede con su intensidad hacernos experimentar que, en cada pulso doloroso, la vida se nos escapa.
A veces el dolor irrumpe como latido, fuego, latigazo, nos fractura y nos detiene.
Otras muchas veces, el dolor comienza breve hasta crecer y apoderarse de todos nuestros espacios sin pausas ni recesos.
Todos hemos experimentado las diversas formas y caminos que el dolor puede manifestar. Experimentar dolor es parte de este contrato humano y terreno, pero trascenderlo y abrazarlo encontrando las perlas de sabiduría que nos puede traer, es también preciso y necesario.
Nos podemos pasar toda una vida huyendo del dolor, esquivándolo a veces con cierto pero efímero éxito o también llenarnos de distracciones para que duela menos.
El dolor puede despertar en nosotros cualidades divinas que de otra forma quizás tardaríamos más en despertar; nos puede tocar y transformar; nos puede elevar y hacernos conscientes del regalo de la existencia; nos puede regalar la alquimia perfecta para volver de ese viaje siendo otras personas.
El dolor nos puede recordar la impermanencia de la vida, incluso que hasta el mismo dolor no permanecerá para siempre.
Abraza ese dolor,
míralo a los ojos,
atiende lo que tiene para decirte.
No permanezcas en él sino sólo para encontrar la lección; camina junto a él si es preciso, sólo por el tiempo necesario; no lo alimentes más allá de saciar su hambre.
Dale un lugar en tu corazón y encuéntrale un propósito. Después del dolor te espera el gozo, la alegría, la plenitud.
Sin él, no podríamos distinguir el gozo de la existencia plena.
Tolska Barrientos Schlie
Terapeuta Floral
Maestra Gendai Reiki Ho
Numeróloga
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