AMAR EN TIEMPOS DE TRANSFORMACIÓN

¹ Hoy vivimos en tiempos de transformación que implican desafíos enormes a nivel de nuestra humanidad. Junto a los efectos cada día más evidentes del acelerado cambio climático y las fuertes manifestaciones del movimiento terrestre, que se suceden en distintos lugares del planeta, las personas y la sociedad comienzan a percibir de forma más evidente una transformación en los paradigmas y creencias que estuvieron guiando por miles de años el actuar de la humanidad.


Hoy como nunca antes, estamos siendo impulsados por una energía sutil y poderosa a ver más allá de la realidad que conocemos y responder al llamado de nuestro espíritu. Todo nos invita a sacudirnos de la influencia histórica y ancestral de gobiernos, religiones, grupos económicos y de poder, drogas lícitas o ilícitas, materialismo, medios de comunicación masiva, conductas familiares y personales nocivas y, en fin, de toda forma de inconciencia, aletargamiento o sufrimiento.


La vida, como nunca en otro momento, nos recuerda que somos parte del Universo y que por ende, nuestra responsabilidad con la Tierra y con todos los seres, incluidos nosotros mismo, es enorme, porque respondemos a leyes universales que no podemos obviar, como la del amor. Una responsabilidad que parte por comprender el rol decisivo que ejercemos en esta transformación y del cual dependerá generar y manifestar una civilización que esté en armonía y sincronía con las nuevas energías de elevación planetaria, que, a su vez, se corresponden con una intención creadora divina que conduce todo a su plena realización.


Por un lado, esto supone estar conscientes simplemente de lo que nos sucede, de cómo respiramos, de lo que pasa en nuestro alrededor, sin identificarnos o apegarnos demasiado con cosas o situaciones temporales.


Lo anterior, nos plantea al menos tres desafíos inmediatos que podemos considerar para nuestras vidas: tomar conciencia de la verdad, la urgencia del amor y la manifestación de la luz.


Tomar conciencia de la Verdad


Por otro, estar conscientes de lo que está pendiente en nuestras vidas, de las heridas que aún pueden existir, de las relaciones que no se han sanado, de las deudas emocionales que podamos sentir.

Tomar conciencia de la Verdad

² Hoy es un tiempo privilegiado para darnos cuenta de la verdad que se está manifestando en todos los niveles, desde lo más íntimo a lo más externo. Esa simple comprensión hace posible curarnos en un nivel muy profundo y expandir la real naturaleza de nuestro ser, que permaneció adormecida por centurias.


Ya no podemos pretender no escuchar ni escucharnos. Nuestro hermoso Planeta nos está dando constantes mensajes a través de sus poderosos elementales: la tierra, el agua, el aire y fuego. A partir de ellos está hecho nuestro cuerpo biológico y es imposible que no resuene en nuestras células y partículas su llamado a cambiar.


También nuestro corazón nos recuerda que somos seres espirituales y que antes de nuestro viaje por el Universo, nuestro compromiso supremo era espiritualizar la materia. Comprender esta verdad y ser coherentes con nuestra esencia de amor y luz, es lo que nos ayudará a elevar nuestra frecuencia vibratoria como seres y civilización. Así, permaneciendo aún en este plano de dualidad podremos comenzar a despertar ahora en la dimensión de una nueva Tierra.


La urgencia del Amor


Si hay algo urgente hoy, eso es el Amor. Vivir de acuerdo al amor y manifestarlo. El amor es una energía poderosa capaz de crear y recrear infinitamente nuestra existencia. Es un verbo que debemos conjugar en forma concreta. El amor y la verdad van de la mano como buenos hermanos y ambos nos conducen a un estado elevado de conciencia. No hacen falta drogas, sucedáneos o nuevo mesías. La energía crística es ese amor encarnado que trasciende las eras y que dibuja las formas exactas de la vida.


Lo anterior implica vivir de acuerdo a Ley de Amor, que, en términos simples, es llevar toda situación por difícil que parezca a su terreno fértil. Ese es nuestro poder en el ahora y la maestría a la que debemos atrevernos con valor y decisión. Es probable que no exista otro momento tan preciso para perdonar o perdonarnos, para reconciliarnos, para abrazar, para centrarnos en lo importante, para valorar la vida propia y la de quienes nos rodean, para decir lo que sentimos con la voz dulce del alma.


La señal de que nos amamos es que amamos a otros, porque sin esa condición recíproca no existiría realmente un efecto del amor. Y hoy es urgente “ser amor” para materializarlo en todos los aspectos de la realidad.


La manifestación de la Luz


Una conciencia verdadera que nos lleva a vivir de acuerdo a la ley del amor implica, por consecuencia, manifestar la Luz. Somos seres portadores de una luminosidad infinita porque esa nuestra esencia. No sólo somos una imagen semejante de lo divino, sino que en lo más profundo lo divino se expresa en nosotros, como una llama que revela la magnificencia de un fuego intenso.


Cada que vez que amamos y somos capaces de ver realmente conscientes, nos conectamos con la realidad espiritual de nuestro ser, que trasciende infinitamente nuestra condición humana que es necesaria para aprender, pero que sólo es el vehículo portador de esa antorcha infinita.


El propósito de la luz es iluminar desde sí misma, por eso no podemos esconderla ni tampoco apagarla, porque volverá a aparecer una y otra vez como el fulgor de una estrella o el rayo de un sol. Sólo necesitamos manifestarla en gestos de bondad, cariño, comprensión y compasión que la hagan abundante e infinita para todos los seres.


Entonces y si así lo decidimos conscientemente, Verdad, Amor y Luz son los desafíos más urgentes para asumir en estos tiempos de transformación.


Hernán Díaz Bustamante

Psicólogo – Terapeuta Transpersonal

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